Gracias por nada [OPINIÓN] | Sobre la partida de Bryan Reyna

Escribe: Rubén Ravelo (@RuBenchoRavelo)

A falta de confirmaciones oficiales ―al cierre de este artículo―, ayer trascendió que Bryan Reyna dejará Alianza Lima para enrolarse al Belgrano cordobés, en una nueva aventura en el fútbol exterior. 

    Recordemos que el diablo ya tuvo una oportunidad fuera del Perú, cuando fue cedido del Cantolao ―su club/academia de origen― al Mallorca de la segunda de España, para terminar su proceso formativo, allá por 2017. Desde entonces experimentó una serie de transferencias a divisiones aún más subterráneas del fútbol español que, la verdad, poco bien hablaron de él y de su capacidad para establecerse en un equipo: del Mallorca B pasó al Toledo; del Toledo, al Alcoyano; del Alcoyano, al Barakaldo; del Barakaldo, a Las Rozas; y de Las Rozas, finalmente, devuelto al Mallorca B, que, ya sin saber qué hacer con él, no haría más que devolvérselo al Cantolao, que estaba armando un equipo combativo para afrontar la Liga 1.

📷: Todo Sport.

     

    En esta nueva etapa, Reyna, ya con 22 años encima, encontró el protagonismo que se le negó en el inicio de su carrera: entre 2021 y 2022, acumuló 49 partidos, realizó 7 asistencias y anotó 9 goles. Aunque, desde siempre, lo que más destacaba de él era su cambio de ritmo y su habilidad en el uno contra uno, algo que en el fútbol peruano, usualmente de defensas lentos, sobre todo por los lados, no iba a pasar desapercibido. En setiembre ya había recibido su primera convocatoria a la selección mayor. Y no solo eso: jugó aquel amistoso ante El Salvador y anotó uno de los 4 goles con los que iba iniciando, auspiciosa, la era Reynoso. Como esputaría Coelho: el universo parecía conspirar a su favor.

    Sus campañas en el Delfín y su rendimiento en la bicolor llamaron la atención de varios clubes locales, entre ellos Alianza Lima y Universitario. Si bien era sabido que Reyna tenía su corazoncito crema, el contrato ofrecido por el club victoriano le resultó muchísimo más atractivo ―"la billetera de Alianza", le dicen―. Fue así que, el 5 de diciembre de 2022, el Equipo del Pueblo anunciaría oficialmente su fichaje a través de sus redes sociales. Si bien no podíamos hablar de un "fichaje bomba", se trataba de uno de los jugadores más interesantes del medio y pocos se opusieron a su llegada.

    Para la campaña aliancista de 2023, Reyna era un titular casi indiscutible. Y digo "casi" porque lo único que podía discutírsele era su poca capacidad para resolver jugadas en los últimos metros de la cancha. Pero cierto era que nadie en el plantel tenía su talento para el desequilibrio. Las veces en que Guillermo Salas o, luego, Mauricio Larriera, prefirieron poner a otro jugador en su puesto ―sea por cuestiones técnicas o alguna lesión del jugador―, el equipo las sintió considerable y negativamente. Así que a nosotros, los hinchas, solo nos quedó esperar, muy pacientes, a que Reyna "aprendiera" a levantar la cabeza, a dar pase cuando la jugada lo pidiese, o patease al arco cuando era lo más adecuado, cual si fuera un juvenil de 15 años.

    Al principio esto no significó tanto drama. En aquel Apertura estábamos completos, pues: cuando Reyna fallaba un gol o un pase, tenía al lado jugadores que solucionaban cualquier situación complicada. Estaban Sabbag ―en su prime―, Lavandeira y Andrade, por citar tres nombres. Pero esto cambiaría drásticamente en el Clausura, tras la ola de lesiones que azotó al plantel íntimo. Ya en la segunda mitad del año, con la exigencia a tope, la productividad a medias de Bryan Reyna se iba convirtiendo en un verdadero problema. El "chico" de 24 años no aprendía todavía a centrar ni a definir. Sus goles y asistencias no llegaban juntas ni a la decena. Se empezó a hablar de él como una "estafa", como un "paquete".

📷: Diario Uno.

    Pero el punto de quiebre se daría tras una oferta del Gremio de Porto Alegre, llegada en agosto. Alianza Lima, en su derecho, consideró que no era el momento de dejar partir a Reyna. Pese a su irregularidad, lo necesitaba para sus objetivos deportivos. El Clausura estaba cuesta arriba con tantos lesionados, la partida de Lavandeira, el ―(ya no) sorpresivo― bajísimo rendimiento de Christian Cueva y la irregularidad de varios otros jugadores de quienes se esperaba mucho más. Con lo que no contaban los dirigentes aliancistas fue con la reacción del jugador. Reyna y su entorno no dudaron en declarar públicamente su molestia por la no concreción de su traspaso a Brasil. La cúpula íntima no tomó esto nada bien. Se había roto algo muy importante.

    Desde ahí en adelante, la historia es más o menos conocida: cuando más se le necesitó, Reyna cambió irregularidad por apatía. Su último gol data del Alianza - UTC en Matute, del 5 de agosto. No volvió a ser influyente o determinante en ningún otro partido. Para salvarlo un poco podría decir que fue parte de la jugada que derivó en el empate de Gabriel Costa ―otro que hace rato debió irse también, valgan verdades― , en la final de ida ante la 'U'. Pero esto no serviría de nada. En la vuelta, Larriera no lo puso de titular ―decisión con la que sigo sin estar de acuerdo― y cuando ingresó fue intrascendente. 

    Triste final de temporada para un jugador al que la camiseta aliancista le quedó grande. Inmensa.

    Todavía con contrato, Reyna fue presentado en la Noche Blanquiazul 2024, pero los aplausos tibios de la tribuna constituyen un buen resumen de su paso por el club. Ahora que es casi un hecho su partida, solo me queda ser sincero: más allá de que su compra y venta haya sido un pésimo negocio para Alianza, no le puedo desear el mal porque no lo veo un mal muchacho, lo veo, más bien, como alguien confundido e inestable ―curioso, más o menos así podríamos definir su juego―; así que, parafraseando un poco lo dicho por uno de los protagonistas del entrañable Final Fantasy IX: ojalá encuentre un lugar al que regresar. Por su propio bien y el de la selección peruana.

    Por mi parte, gracias por nada, Bryan Reyna.