Feliz no aniversario Universitario de Deportes.
Seremos breves:
Nuestra rivalidad ha existido desde su fundación como club, pero a diferencia de lo que ha caracterizado a las épicas rivalidades de la historia del fútbol, nunca, jamás y al menos no en esta vida, tendremos un mínimo de respeto hacia su institución (palabra que ya les queda recontra grande).
¿Qué respeto le podríamos tener a un “rival” que no sabe ni cuándo fue fundado realmente, a un club que, aprovechando sus siempre acomodados contactos dirigenciales, vive usurpando logros ajenos y cambiando normas sobre la marcha, a un club que alienta y siembra en su hinchada la burla de una tragedia que enlutó al fútbol peruano, hinchada que, por cierto, años más tarde mancharía su tribuna con un ASESINATO, a una institución acostumbrada a estar arrodillada, protegida por una federación incapaz y corrupta desde tiempos inmemoriales, a una institución que se pasa día y noche rogando al congreso con mayor desaprobación de la historia por una Ley con nombre propio (Ley 6863) para huir (fieles a su historia) de sus monumentales deudas, a una institución que le dio la espalda al pacto entre los clubes que se agruparon para hacer frente al abuso por los derechos televisivos por parte de la Federación Peruana de Fútbol y ahora, sin ir muy lejos, a una institución que nunca se desligó tajantemente de los actos racistas de uno de los integrantes de su comando técnico?
¿Lo ven? Cada año se superan en podredumbre.
Mientras a ellos los saluda Agustín Lozano por su SUPUESTO 99° aniversario, y piensan que es un honor ser agasajado por ese nefasto personaje repleto de denuncias, nosotros podemos decir que nos sentimos orgullosos de nuestro club por siempre, con defectos y virtudes, asumir el fútbol y sus vicisitudes como parte de una misma experiencia. Y así, con lealtad y pujanza, superar cada adversidad que se plante al frente, siempre dentro del marco de la ley.
Y cuando algún desubicado directivo, que los hemos tenido y varios (incluso hasta ahora), pretende obtener algo en base a prepotencia e ilegalidad, el pueblo, lejos de hacerle vivas, como sucedería en otros lados, encuentra siempre la forma de hacerle saber su descontento.
¿Ellos podrían decir lo mismo?
Nuestro “clásico rival” en las canchas, pero institucionalmente no hay punto de comparación. Y cuando se tiene que decir, se dice.
Listo, a otra cosa.
¡Arriba Alianza!
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