EN LA INMORTALIDAD, ¡PRESENTES!

Extracto del Libro "Radiografía de un tragedia" (pág.88), publicado en Enero 1988, por la Empresa Editora RIBAL S.A., en memoria a los mártires que siguen presentes en nuestras vidas.

El Blog Íntimo Podcast | A 35 años de la tragedia

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De la victoria a la gloria
Foto: Web


El golero de Alianza Lima, José Gonzales Ganoza, no sólo era el capitán del cuadro "grone" sino el de mayor edad entre sus integrantes; ocupando el puesto de guardián de la portería aliancista desde el año 1974, en el cual surgió como una firme promesa. Desaparece a los 33 años de edad cuando estaba considerado como el mejor arquero peruano e integrante obligado de nuestras selecciones nacionales. Durante el desarrollo del preolímpico de los últimos partidos por la Copa América en los que tomó parte, nadie le discutió el merecido reconocimiento de ser el mejor arquero entre los que figuraron en esos torneos. Aliancista de siempre, tenía casi 15 años defendiendo la blanquiazul. Deja viuda y tres hijas.
 
De la -al parecer- inagotable cantera de Alianza surgió también César Sussoni; su puesto en la cancha era de defensa, desempeñándose con igual efectividad tanto a la derecha como a la izquierda; sumamente joven -21 años- había sido recientemente promocionado de las divisiones inferiores del mismo Club íntimo, teniendo ya en su haber una Copa Libertadores y la convocatoria a una Pre-selección nacional. Se le reconocía un gran empeño en el campo y era difícil sobrepasarlo. Su desaparición deja huérfanos a dos menores, una parejita, que en la última navidad deben haber extrañado su presencia.
 
Tomás Farfán, el popular "Pechito" tenía ya algo así como ocho años en los gramados e inspiraba respeto por su juego fuerte -y a veces hasta rudo- y bien plantado en la zaga del equipo; tenía en su historial haber formado en dos selecciones nacionales en las que su experiencia representó un efectivo aporte. Deja un hijo, su "chochera", por quien se prodigaba; a los 26 años de edad, ya podía vislumbrar un promisor futuro que le habría de permitir la superación de su familia a la que estaba tan ligado.
 
Una destacada estatura y sólida constitución física fueron las cartas de presentación suficientes para que el Cholo Castillo lo tomase en cuenta desde sus primeras apariciones en el campo. Con escasos 21 años, Daniel Reyes ya había vestido la bicolor integrando selecciones juveniles y mayores; su elegancia en el dominio del balón lo convertían en dueño del área, y el partido que jugó con Deportivo Pucallpa deja como recuerdo que fuera considerado entre los mejores jugadores de dicha confrontación. La muerte lo sorprendió soltero y como una de las más firmes esperanzas del balompié peruano.
 
La defensa de Alianza obtuvo un efectivo refuerzo cuando la personalidad futbolística de Gino Peña tuvo oportunidad de manifestarse y su desempeño fue tan a satisfacción de dirigentes y entrenador que recientemente había renovado contrato para defender la casaquilla aliancista por dos temporadas más. Como marcador de punta sabía imponerse en el campo, y viajó a Pucallpa cubriendo la ausencia de Espino que no podía alinear por haber sufrido una expulsión en el partido anterior. Casado, su esposa está próxima a dar a luz, a quien -quizá- reedite en el futuro el juego del padre a quien el destino le ha impedido conocer.
 
Después de mucha espera, William León tuvo su oportunidad en el cuadro titular del club de sus amores, al que se había integrado desde muy joven. A los 22 años, su picardía se complementaba a la perfección con el juego fuerte de "Pechito" Farfán, conformando así una dupla que daba serios dolores de cabeza a cuanto rival se les ponía al frente. Casado, no deja hijos que puedan emular su trayectoria.
 
Milton Cavero era uno de los más jóvenes con sus 19 promisorios años; muy niño aún ya correteaba por los gramados luciendo orgulloso la blanquiazul, y esa experiencia tan temprana, conjuntamente con la lograda en los infaltables partidos callejeros, hizo del volante "grone" un elemento con excelente visión del gol y generador de constantes situaciones de peligro para las vallas rivales. Hoy, por designio insondable del destino, quedó trunca su esperanza de militar en las filas de algún club de Europa, muchos de los cuales guardan excelentes recuerdos -al igual que nuestra afición- de la presencia de jugadores peruanos en sus equipos.
 
En toda agrupación humana siempre se dan casos de aquellos que se ha dado en denominar los "hombres orquesta"; tal fue sino el caso* de José Casanova, a quien el público recordará siempre como volante, valla de contención, conductor en el campo, zaguero central que siempre generaba situaciones de emoción...hasta arquero de emergencia si tal era la necesidad del momento. Surgido de las divisiones inferiores de los íntimos victorianos, a sus 23 años ya tenía en su currículum haber formado parte de selecciones de juveniles y mayores. Su ausencia deja un espacio muy difícil de llenar.
 
Quién hubiera podido susurrar al oído de Carlos Bustamante la trascendencia que la fatalidad habría de otorgar al gol que le marcara al Deportivo Pucallpa aquel infausto 8 de Diciembre. El último gol del equipo titular de Alianza Lima, el tanto que los colocaba en la primera ubicación del Descentralizado, la conquista con la cual subirían a la gloria aureolados con los laureles del triunfo, única forma como los morenos -de haberlo sabido- aceptarían la inmortalidad y la devoción eterna de todo un pueblo. Pero los 21 años de Carlos y las edades de sus compañeros -por suerte para ellos, suerte que compartimos todos los seres humanos- no podían imaginar que el despliegue de fuerza, juventud y guapeza demostrados en el estadio pucallpino eran las postreras páginas que escribían en el libro de sus prometedoras vidas. Bustamante, el creador de ataques generadores de gol, imprevisible en sus rápidos movimientos por todo el terreno, hombre gol él mismo, había ganado por derecho propio integrar una selección peruana que ahora jugará en el cielo.
 
"No importa haber nacido en Lima, si se es chalaco". Esta frase, regionalistamente jocosa, pudo haber sido pronunciada en alguna oportunidad por Johnny Watson; en efecto, fue el Sport Boys quien lo vio nacer al quehacer futbolístico, y las características de su juego agresivo y atrevido captó la atención de la dirigencia aliancista y la del propio Marcos Calderón, razón por la que fue tentado convenientemente y su muerte lo sorprende defendiendo al Alianza Lima por segunda temporada consecutiva. Como puntero derecho y centro delantero, supo dictar cátedra cuando la inspiración y la pujanza de sus 25 años estaban a punto; por eso los íntimos veían en Johnny a su hombre gol.
 
Si es triste reseñar en estas líneas la suscinta trayectoria de los desaparecidos en el trágico accidente del Fokker, la pluma se hace reacia a seguir cuando se debe registrar: "Braulio Tejada, 17 años". No solo una esperanza de, Alianza sino del Perú como goleador para sus Selecciones nacionales en el puesto de puntero derecho. Fue mucho lo que hizo, pero es nada comparado a lo que se esperaba de una promesa realizada como él. Esto resume lo que -con hondo sentimiento- podemos decir del benjamín del equipo desaparecido. Poco quizá, pero suficiente.
 
No muy alejado del anterior, cronológicamente hablando, rememoramos los 18 años de Luis Escobar que con toda justicia fuera considerado por la prensa especializada como la más grande revelación futbolística peruana de los últimos tiempos. Su indudable prestigio -probado en todas las canchas que pisó- lo hizo anecdóticamente vestir casi en forma simultánea casaquillas de infantiles, juveniles y mayores. Tanto como puntero izquierdo así como con la responsabilidad asumida por su estilo de juego de armador de equipo, la figura de Lucho Escobar no podía pasar desapercibida para cualquier mediano aficionado al fútbol espectáculo. También de extracción netamente aliancista, su pérdida nos hace llorar al “Potrillo” a quien el destino le negó la pista que él, afanosamente, quería correr; no obstante, quedan en el recuerdo los "aprontes" suficientes como para valorar lo que se ha perdido.
 
Ignacio Garretón, a sus 19 años, era una firme esperanza para el fútbol nacional. No hace mucho promovido viajó a Pucallpa como suplente (en mucho como premio y reconocimiento a su desempeño en las divisiones inferiores del cuadro íntimo). El "cholo” Rafael Castillo no escatimaba calificativos cuando se refería a este juvenil que tenía -y lo había demostrado- condiciones suficientes no solo para integrar el plantel titular de los "grones" sino la propia Selección nacional. Solo el destino podía discutírselo, e inmisericordemente lo hizo.
 
Poco antes del viaje a Pucallpa, los amigos y compañeros de equipo de Aldo Chamochumbi se reunieron para festejar los 20 años de quien habría de acompañarlos a jugar el último clásico U - Alianza entre titulares; empeñoso como pocos, Chamochumbi alineaba muchas veces con los titulares a pesar de integrar el equipo juvenil "grone". Sus condiciones y la profesada fe aliancista de la que hacía gala le permitieron llegar recientemente al equipo titular de Alianza sin imaginar que, con ellos, alcanzaría la inmortalidad.
 
Dicen que cada hombre tiene su sitio y lugar; esto viene al recuerdo cuando se rememora la trayectoria opaca de Alfredo Tomassini en las filas del Sporting Cristal y la indudable brillantez que registra su paso por el equipo aliancista; tampoco en la "U" tuvo la oportunidad -o las circunstancias deportivas- 
como para hacer alarde de todo lo que brindó en las filas victorianas. La prensa y la afición no escatimaron calificativos para alentar a quien, no obstante ser contratación reciente de los íntimos, se estaba convirtiendo por mérito propio en la esperanza de gol de Alianza: "el lunar blanco del conjunto grone", "el rodillo blanco",…lamentablemente se acabó con toda su fuerza y pujanza, dejando - a juzgar por las informaciones que se tienen hasta el momento-- una lección de coraje que justifican ampliamente las esperanzas que se habían depositado en él; sus 22 años lo hicieron luchar contra la sorpresa del infortunio, contra la súbita tragedia, representada por las comentadas fracturas sufridas en el accidente. Lección de hombría que deberían recoger, valorar e imitar las jóvenes generaciones peruanas en constante demostración de la veracidad de aquella máxima que reza: "Azares de la guerra son el vencer o ser vencidos, pero lo importante es ser grande en la batalla" Y Tomassini lo ha sido; sus briosos 22 años no podían aceptar, y no aceptaron , un designio inapelable; su sana juventud luchó, ayudado por el piloto, no solo quizá por el primario instinto de supervivencia sino por algo más trascendente: así como dejó lecciones en la cancha, quiso dejar una enseñanza mucho más importante para la juventud que compartía con él ilusiones y esperanzas: Nadie puede saber hasta dónde es capaz de llegar en tanto no procure intentarlo, resultados al margen. Creemos que no hay más que decir al respecto.
 
Un ilustre peruano, inquilino como los aliancistas desaparecidos de las imperecederas efemérides nacionales, escribió una obra cuyo título es aplicable en las actuales circunstancias. En verdad, hoy "El mundo es ancho y ajeno" para el equipo titular de Alianza Lima, están -como parte del Plan Divino del que formamos parte todos y cada uno de nosotros- cerrando un capítulo de la Historia del Perú. Y cerrándolo con clase. Como ganadores. Sin excepción alguna. Entrenador, árbitros, jugadores, hinchas, tripulantes, y el piloto de la fatídica aeronave nos han dicho algo "después de" el trágico acontecimiento, y su mensaje ha sido escuchado por muchos: Agustín Merino, el "Nene" Cubillas, Navarro, los hermanos La Rosa, Cueto, los hinchas, la afición, los hermanos chilenos que visten la blanquiazul y la inconmensurable afición futbolística peruana que, colores y preferencias aparte, vestimos hoy todos la gloriosa casaquilla de Alianza Lima para decir al mundo: Presente, Presente hoy y siempre en el deporte, Presente hoy y siempre en el recuerdo, Presente hoy y siempre porque el futuro es de quienes -sin olvidar tragedias y dolores que unifican a los pueblos- saben ponerse de pie enjugando lacerantes heridas para seguir por el camino que conduzca a procurar mayores lauros a la Patria. Y en ello estaremos siempre los peruanos. Nobleza obliga.

Parque de la Memoria Blanquiazul inaugurado el 07/12/2022
Foto: Club Alianza Lima

El artículo original no menciona a José Mendoza, pero no por eso podríamos dejar de mencionarlo. José Mendoza Ísmodes llegó al club íntimo procedente del Mayta Cápac, finalista de la Copa Perú en 1981. El portero chinchano se ubicó como el suplente indiscutible de Gonzales Ganoza en la portería durante los seis años en los que estuvo en el equipo, al cual llegó en 1982. “Pocho” lo bautizó como la ‘Pantera’ por lo felino en sus intervenciones, sobre todo por un disparo desde la derecha en arco norte de Jorge Hirano (Sporting Cristal), que Mendoza en una intervención inolvidable, sacó el balón prácticamente cuando este había ingresado, dejando la portería en cero, para ganarlo con dos goles a favor. Su mejor temporada fue en 1985, imponiendo el récord de imbatibilidad hasta ese momento en la historia de los campeonatos nacionales con 802 minutos, superando el récord de HH Ballesteros (751 minutos) y a su compañero ‘Caico’ (738 minutos), por lo tanto su paso por Alianza dejó una huella imborrable, siempre gozó del aprecio de los técnicos que lo consideraron siempre como una gran persona y que además, supo ser un buen suplente y darle competencia a “Caico”, sin decir una palabra de más

¡Arriba, Alianza; siempre con ustedes, toda la vida!

EN LA INMORTALIDAD, ¡PRESENTES! EN LA INMORTALIDAD, ¡PRESENTES! Reviewed by Blog Íntimo on diciembre 08, 2022 Rating: 5

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