Desde siempre, todo lo que hace o deja de hacer Alianza Lima, es tomado como pretexto por los equipos adversarios para intentar distraernos de nuestro objetivo y desestabilizar la gestión institucional, ya sea buscando la sinrazón o poniendo sobre la mesa actos aislados, para pretender quedar como ejemplos de paz y conciliación.
Actúan como buitres, pendientes de si nos caemos para ir al acecho y seguir sobreviviendo en sus largos años de historia sin identidad. Pero esto no puede seguir así.
Es cierto que nuestro club se ha sabido defender cada vez que ha tenido que hacerlo, a tal punto de ser respaldado por instancias internacionales como la del 2020; así como también hemos acatado sanciones por errores cometidos, conscientes de que la autocrítica es siempre el primer paso para el crecimiento institucional y de hinchada.
Pero todo lo mencionado no significa que debemos guardar silencio ante la injusticia, o que siempre pretendan vernos la cara de giles.
Y es que no es posible que el club no tenga a un vocero que saque la cara por Alianza y lo haga respetar frente a cualquiera de esas instituciones que se creen astutas, vivas, pendejas.
Desde esta tribuna no sugerimos que actuemos de esta manera, pero no podemos permitir que se aprovechen de nuestro respeto por las normas.
¿Qué vínculos tiene Ferrari para hacer que le cambien la terna arbitral para el clásico, por ejemplo, solo porque se le dio la gana de hacerlo? ¿Quién es el que dicta al área de Comunicaciones los comunicados de prensa? ¿Hace bien el hincha que se desconecta de todo lo administrativo y solo pide que el equipo gane y campeone? ¿Hasta cuándo el tetracampeonato del 1934 no será una batalla que lidere el propio Club?
Si Alianza es grande, en gran parte lo es por su hinchada, por eso es importante que también juguemos nuestro partido fuera de la cancha. Autocrítica, señores. De ser legítimas las evidencias fotográficas que mostraron los discípulos de “Papito Lolo” y se compruebe de que ninguna manera haya sido provocado por infiltrados, es un hecho condenable y los hinchas aliancistas deben ser identificados y castigados de una u otra manera. Y no lo decimos solo por la gente de Oriente, sino en general.
Sabemos que es mucho pedir aguantar la ira y defender nuestra casa, sobre todo cuando un don nadie como Alberto Quintero menta la madre cobardemente aprovechando las rejillas que dividen la tribuna de la cancha (y que por cierto nadie lo sancionó).
Como mencionamos anteriormente, siempre estaremos bajo la lupa no solo de los rivales, sino de la ya conocida Comisión de Disciplina de la FPF, que de objetividad tienen lo mismo que nosotros de cremas.
Llegará el día en que los veamos caer como las ratas que son. Mientras, nosotros jugaremos nuestro partido dentro y fuera de la cancha. Porque esto es de todos. Esto es Alianza.
¡Arriba Alianza!
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