¡Esto es Alianza!

 Escrita por: Christian Roberto Kinoshita Cervera


Concurso: Pasión Crónica


El título ya no es sólo la arenga más gritada por la hinchada blanquiazul, sino una consecuencia, y entiéndase consecuencia no sólo como simple resultado, sino como conducta: Alianza Lima se ha vuelto consecuente entre sus acciones y su espíritu. Y el encuentro de hoy ante Melgar, tanto en el clásico anterior como contra Binacional, se volvió otro partido que demuestra que este equipo tiene hambre de campeonato y sed insaciable de triunfo, que no baja los brazos y por todo lo contrario, los quiere tener arriba al final de cada partido. Fue otro de esos encuentros que puso a prueba a la “Bustoneta” y Bustos, que ya parece tirar más caña que chofer de la C, lejos de que le suden las manos en el timón, se volvió el frío de fríos a pesar de cómo tras cada minuto su esquema táctico fue cambiando para llevarse el resultado. El equipo planteado era casi el que arranca siempre (salvo por Montoya en reemplazo del “Chiquito” por el tema de la bolsa de minutos) y Melgar, a pesar de lo irregular de sus últimas presentaciones, se plantó en la cancha para decirle a los grones que no la iban a tener fácil, haciendo mucho pressing desde el pitazo inicial y no dejando a Jairo o a Benítez hacer esos pases a los que ya nos habíamos acostumbrados y exigiendo físicamente en recorrido tanto de ataque como de defensa.

 


El primer tiempo transcurrió así: ambos equipos cortándose e intentando llegar sin mayor claridad, más apelando al saque largo desde las líneas de defensas y disputar la pelota en el mediocampo. Melgar supo manejar el sector gracias a los espacios que le daba Alianza mientras que, de manera inversa, Alianza no podía controlar el mediocampo por completo y con un Barcos que hoy no era el Barcos de siempre: “Pirata”, nos mal acostumbraste a un rendimiento óptimo, que verte sin completo dominio de balón e incluso resbalándote en la cancha hacía que el corazón enmudezca y el alma grite en silencio “¡Hernán! ¡Hernán!¡Tú no! ¡Hernán!”, pero olvidamos a veces que eres un ser humano y no todas las mañanas uno se levanta con el pie derecho. Y pareciera que un día así, levantado del mal lado de la cama, empezaba a darse para el equipo victoriano: minuto 35 y Aldair Rodríguez tiene que ser cambiado alterando el libreto inicial de Bustos, y junto con él, Benítez; ambos por sentirse físicamente, entrando en reemplazo nuestro devoto “Rasho” y el joven Valenzuela. Hasta allí, un problema que debería dejar al equipo seguir con lo trazado, pero cinco minutos después, Valenzuela recibe amarilla por entrarle fuerte a un jugador de Melgar. El equipo dominó exige la roja y el árbitro dijo que amarilla no más. Sí, mano al pecho mi gente, que Legario realmente se la había perdonado; y allí debía quedar el susto, pero no.

 

Regresando del descanso y a diez minutos de empezar la segunda parte donde todo parecía andar relativamente bien, empezó a andar no relativamente, sino realmente mal: nuevamente Valenzuela va con todo por detrás lo que no deja dudas al árbitro: amarilla sin discusión y por ende roja y afuera. Alianza se quedaba con diez, mientras Melgar seguía insistiendo. El camino al triunfo se ponía con más trabas y Jairo Concha recibe a los tres minutos después una amarilla. “Tranquilo, Jairito” decimos todos con el pulso a mil. “Ya estamos con diez, no acabemos con nueve” te dice el latido, y es por ese latido, que no por gusto está detrás de la insignia en la camiseta, que en disputa del balón en área de Melgar el Pirata, que no estaba fino, que no era descollante dejó de ser 9 y también dejó de ser 10: Barcos se volvió “chaleco” y sólo le faltaron las gafas oscuras, aguantando con el cuerpo la llegada del jugador de Melgar y se volvió muralla, lo que permitió que Jairo se haga del balón y mientras todos (reconózcanlo) esperaban el pase al lado para que un compañero termine la jugada como dicta el manual, el buen Concha se acordó de su apellido y le dio honor perfilándose y lanzando un señor tiro que por más esfuerzos del golero Cáceda, sólo tenía un único destino: besar las redes, ser un golazo y poner el grito feliz en nuestras bocas. El grito se escapaba de la garganta y la alegría se pinta de azul y blanco otra vez. Alianza Lima abría el marcador con diez hombres y un arreglo táctico sobre la marcha. De repente, las miradas caen en la banca: JF10 calienta para entrar y en el minuto 72, sucede lo que la estrategia dicta por encima del sentir: sale Barcos. Sí, sale cambiado el Pirata, quien no estaba en su mejor performance y entra en su reemplazo Farfán. Es verdad, Barcos no sale contento porque siempre ha demostrado que, si por él fuera, habría de quedarse todos los partidos completos, pero lejos de la actitud de divo no se puso faltoso como La Pulga a Pochettino y sale más con la bronca de no rendir que de ser cambiado. Y este es un punto de inflexión y declaratoria pública de Bustos que no puede dejar de verse. Mucho se ha hablado de lo gran jugador que es el Pirata (sin objeción alguna, por cierto), pero muchos temíamos una “Barcodependencia” y Bustos, con ese cambio, le dijo a toda la liga que Alianza es más que un nombre: es un equipo y como tal, funciona. Alianza está lleno de obreros, de jugadores que no les recuerden a otros si estuvo en Europa o si llegó a un mundial. No. Alianza es un equipo que hace que digamos cada semana qué bien juega Barcos, qué bueno anda el nivel de Concha, qué buen desborde de Mora, qué entrega de La Cotorra, cómo se está asentando Vílchez, cómo se come Ballón con tanto sacrificio el medio sector (mención aparte para él que, si acaso quiso absolución por la trágica temporada anterior, díganle que ya le perdonamos todo, y nos demostró que era flor de pantano entre tanto pecho frío). Avanzaba el segundo tiempo con un Melgar que por un momento se acordó que tenía uno más e intentó presionar, pero los aliancistas aguantaban con los dientes apretados, y aunque Quevedo entró con ganas de que la hinchada se arrepienta de haberlo dejarlo ir, Alianza aguantaba y defendía, animándose a la contra cada vez que podía. Sale Jairo por Moyano: un cambio cantado en la mente de Bustos para mantener el resultado y que, si hubiera gente en el estadio, no cabe duda que Concha se iba entre aplausos y gracias de la nación blanquiazul.

 

A este punto, Bustos y Alianza hacen una nueva declaración a la Liga: no sólo se puede jugar sin el Pirata, sino que en la cabeza de todo el plantel ya saben de memoria que se puede manejar un marcador. El cliché de “cada partido es una final” se hizo verdad: el partido era como una final, no podía arriesgarse más de la cuenta con marcador a favor y un hombre menos si se quiere alcanzar el objetivo de que Alianza dependa sólo de Alianza. Me hubiera encantado un gol más, en especial del Zorro que fue cambiado por el colocho Arley, ambos cumplidores como siempre, pero ya la providencia nos regaló el golazo de Concha, jugando con diez y replanteando al equipo sobre la marcha ante las lesiones y la expulsión. Desde los cielos nos decían los dioses que nos demos por bien servidos y contentos quedamos: Alianza ha ganado diciendo a todos los rivales que les queda enfrentar que cuentan con Barcos, pero pueden ganar sin él; que hay compañerismo, entrega, solidaridad y esfuerzo, haciendo que poco o nada se sintiera el hombre de más de Melgar; que ya todos nos subimos a la Bustoneta y que se han tomado muy en serio que cada partido es una final… pero la ilusión puede más, el sueño pide más, el latido no conoce de lógica y en nuestra boca retumba el grito: “¡Esto es Alianza, señores…!”,y ahora que más allá de cualquier resultado nos ganamos la presencia en la Libertadores, grítalo conmigo blanquiazul: “¡¿Quién más?!”

 

 


¡Esto es Alianza! ¡Esto es Alianza! Reviewed by Blog Íntimo on septiembre 27, 2021 Rating: 5

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