Un mejor adiós para Pablo Bengoechea

Por Rubén Ravelo

La conferencia de prensa entró a su último tramo con Pablo Bengoechea diciendo que la parte profesional es importante, como también lo es la parte humana, por lo que agradece los buenos deseos de quienes lo apoyaron de principio a fin. Antes había dicho que se va porque su discurso «no se escucha». Porque no pudo convencer a sus jugadores de que Alianza Lima era más importante que cualquiera de ellos, que él mismo —Y me atrevo a añadir: que todos nosotros—. Porque aquí estaba «viendo pasar el agua». Porque ya no le quedaban fuerzas. 


El tío 'Lalo' anuncia el final de la ronda de preguntas. Una parte de los periodistas se pone de pie, pero todos aplauden. Bengoechea se va hacia los interiores del club dibujando media sonrisa, como quien le hiciera un pequeño guiño al querido Óscar Washington. Con el rostro aún desencajado. Con los anteojos de abuelo. Con el cabello cano, no tan peinado, y un veinte por ciento más de arrugas, pero también con los brazos más gruesos, seguramente de tantos años de remar en el club deportivo más remador del Perú. Con algunos kilos de más, como todo el que llega a vivir en el país de la comida, y más aún si lo comparamos con aquella fina y casi novel versión del director técnico que llegara Lima a fines de 2016, aquel que lucharía en voz baja para que le dejen de decir «practicante», «tipazo», entre otras cosas, y así empezar a ganarse nombre propio en tierras ajenas.

Su última conferencia en Alianza fue, acaso, la despedida pública que merecía un entrenador que, sin prometer nada, cumplió hace tres años lo que tantos otros entrenadores nos prometieron durante diez.

Un título nacional que no solo alimentó un palmarés que venía en doloroso estanco, sino que además acabó con cientos de malos dichos, y malos dicentes, a lo largo y ancho del territorio nacional. Un título que, aunque fue mal interpretado, y hasta despreciado, por algunos hinchas, nunca dejó de ser justo, y que enseñó a más de uno que el fútbol tiene tantas recetas, interpretaciones, sabores, colores y olores como la propia gastronomía peruana. Así, estos aplausos, aunque no necesariamente de hinchas, dirigentes o jugadores, se hicieron los más auténticos que Bengoechea recibió frente a una cámara en los últimos días. Fue, irónicamente, la mejor despedida a la que pudo tentar. Los aplausos ya no eran de alegría rival porque lo echaban fuera del campo, o de burla porque a alguien se le ocurriera llamarlo «payaso» en una grada pintada de crema, a decenas de metros de distancia y con varias barricadas de separación. Los aplausos vinieron, esta vez, de gente que aprendió a respetarlo pese a que su personalidad contrastaba tremendamente con lo que ellos acostumbraban a lidiar. 

"Un monstruo enorme y voraz".
Así, solo, sin ningún dirigente que en algún otro momento, de seguro, habría hecho de todo por estar ahí, y sin ningún jugador que pudiera decir algo más o menos sensato en una situación tan dramática, culposa y exigente, Bengoechea y la prensa firmaron la paz definitiva. Y con ello, además, quedaron muy claros los términos de su adiós. Un adiós que se cocinaba desde la pretemporada, cuando conoció al monstruo que tendría que domar para poder cumplir los objetivos que los colores por sí mismos trazaban. Un monstruo enorme y voraz que conoció a otro monstruo enorme y voraz en el camino: su terquedad. Y juntos lo devoraron por completo. No recibió la ayuda de nadie. Tampoco gritó por auxilio; viejo terco, terco y orgulloso, como sabiendo desde siempre que este era su destino, y que prefería una muerte poética antes que rendirse frente a extrañas decisiones ajenas y ante sus propios, y a veces incomprensibles, preceptos.

Pablo Bengoechea, otrora rey del pragmatismo, decidió este año dejar de ser pragmático. Sus motivaciones jamás me quedarán claras, pero es lo que decidió. Solo me queda la obviedad de desearle el bien. Nunca lo idolatré, ni lo desprecié. Lo defendí cuando sentí que debía hacerlo, lo critiqué cuando entendí que debía hacerlo, así como me burlé un poco —confieso— de quienes llevaron su nombre a una suerte de fanatismo religioso. Pero nada de lo mencionado en lo que va de este párrafo ha logrado que deje de estar agradecido con él. 


En serio, Profesor, gracias. Por el inolvidable fin de año 2017 que pasé, a pesar de que me perdí del partido final por andar mal de una pierna. Porque hiciste que mi sobrina de nueve años, blanquiazul desde la incubadora, sepa lo que es un Alianza campeón. Porque hiciste que millones de peruanos debatamos sobre gustos y estilos de fútbol, enroscándonos en infinitos intercambios de ideas, interesantes investigaciones y, por qué no decirlo, apasionadas y eufóricas discusiones en tribunas, calles, casas y bares. Porque terminaste de enterrar ─y esto pocos lo dicen─ el mito de que la garra en este país tiene un color característico. Por las remontadas y los resultados «milagrosos». Por las ilusiones: las que se pudieron convertir en realidades, y las que no. Por esas arremetidas contra  periodistas, árbitros y autoridades, sutiles, a veces no tanto, pero siempre en los momentos precisos y desafiando el silencio de quienes debían estar a tu lado. ¡Por haberte bajado la joda del 'quino', viejo! Por chapar este fierro caliente llamado 'Alianza Lima: El club más grande y popular del Perú, que hace tiempo no da una vuelta olímpica'. Por los 6-3-1 en clásicos. En fin, por todo lo bueno, o lo que yo considero bueno, que dejaste en Alianza.

Entenderás también que me dolió mucho la final de 2018; me duele, de hecho, no ganar un solo partido internacional desde hace ocho años, seguir recordando a entrenadores de los que me quiero olvidar, al 'Zorrito' y a su noche fantástica, como cuando los viejos recordaban los goles de 'Perico', Cubillas y 'Cachito' Ramírez ─el original─ antes de que Guerrero y Farfán nos volvieran a meter en un mundial ─y que tú, siendo tú, no hayas podido romper con eso─; que no hayas podido aplicar la magia que te atribuían en la vuelta contra Binacional ─no hablo de la ida porque ahí nos robaron─,  que trajeras inmerecidamente a tu yerno al club más grande del país, las últimas derrotas ante la 'U' más institucionalmente muerta de la historia, tu inoportuna ironía en el primer ampay, y algunas otras cosas que forman parte de tu saldo negativo. Pero, en fin, si una idea defendí con especial ahínco es que no eres ningún dios, y esos errores terminan siendo dura prueba de ello.




Ya nos dijo que podría quedarse dirigiendo en Perú, pero que no se unirá al «lado oscuro de la fuerza», lo cual me deja tranquilo ─Alguien en quien estoy pensando ahora mismo también lo estará─. Así que, sin más que añadir, hasta una próxima, Profesor. Vuelva algún día, pero vuelva, por favor, cuando tenga la fuerza suficiente para vencer a esos monstruos enormes y voraces que esta vez lo derrotaron por goleada. Hágales un gol de tiro libre no tapado por Taffarel, o uno de último minuto de Godoy a la San Martín. No importa, se disfruta igual. Nos volveremos a ver, porque Esto es Fútbol, y para eso sirve realmente esa frase: para ligar historias, tal vez en un último abrazo de gol.
Un mejor adiós para Pablo Bengoechea Un mejor adiós para Pablo Bengoechea Reviewed by Blog Íntimo on marzo 09, 2020 Rating: 5

7 comentarios:

  1. Me alegra y reconforta un comentario en el que se resalta lo bueno y se analiza lo malo (para aprender). El sr. Bengoechea, merece toda nuestra gratitud y respeto, se han hecho ya muchos comentarios y analisis al respecto, que seria ocioso repetir. Lo importante aqui, es reconocer y agradecer su trabajo. Esto es futbol sres. se gana, se pierde, se empata, el mundo no se acaba por un mal resultado, duele la derrota ante el clasico rival, (pero con Bengoechea se le gano seis (06) veces, entonces, el saldo es ampliamente favorable. El futbol da revanchas, eso tambien lo sabemos, solo desearle lo MEJOR a quien nos dio lo MEJOR!!

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  2. Buenos días para todos el loable que el profesor que se retire pero siempre hay que tener en cuenta todo lo que hizo en alianza, le deseo los mejores éxitos y siempre será bien recibido, porque está es su casa un gran abrazo

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  3. Gracias Rubén por expresar tu opinión, y simplemente decir que a todo aquel que se va de algún lugar solamente expresarle agradecimiento por toda su voluntad y esfuerzo y que le vaya bien sea cual fuere el destino qué le brinde la vida, GRACIAS BENGOECHEA

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  4. Le faltó algo, sin embargo la labor de Pablo Bengoechea es positivo.

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  5. Un hombre que le dio mucha al Alianza y a la vez fiel a su principio que es la disciplina hasta luego profe mil bendiciones

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  6. Me quedé con la frase que resume: cobra por trabajar (y obtener buenos resultados), no robar; fácil era seguir como DT, cobrar sobretodo.... es en verdad un aliancista de corazón... fuerza profesor

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  7. Solo queda decirle un hasta luego y agradecerle por todo lo bueno que nos brindó a nuestro querido club un fuerte abrazo profe lo estaremos esperando

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