Escribe: Rubén Ravelo (@RuBenchoRavelo)
El historial periodístico dirá que ayer, 26 de enero ─cumpleaños de mi abuelita paterna, por cierto, siempre mis mejores cariños para ella─, Alianza Lima volvió a jugar con gente en el Villanueva después de casi dos años; para ser más preciso, la última vez que Alianza había jugado un partido en Matute y ante su público fue en la olvidable derrota por Copa Libertadores ante Nacional de Uruguay, el 5 de marzo de 2020.
El historial que menos importa, o sea el mío, dirá que mi vuelta al coloso de La Victoria fue después de, exactamente, 802 días ─mi última vez data del 3 a 1 ante Huancayo, Clausura 2019, con dos goles de Federico Rodríguez y otro, de muy buena factura, a cuenta de Kevin Quevedo─.
No voy a finales ni a clásicos, más que por cábala, porque, y esto lo digo con una certeza casi científica, ─debido a mi acaparador escepticismo y mi dificultad para expresar─ soy una constante carga negativa para cualquier impulso social y, lo más importante, porque la estadística ha resultado muy favorable para el equipo desde que tomé esa sana decisión. Así que, por el bien de Alianza ─amigo Perico, esto va para ti─, por favor, no me insistan con ello.
Sin embargo, esta suerte de autocensura para partidos de alto vuelo tiene su contraparte en las Noches Blanquiazules de cada inicio de año.
Con la copa bajo el brazo: La 'Foquita' Farfán fue uno de los jugadores más aplaudidos de la Noche Blanquiazul 2022. |
Es que desde que empecé a ir ─25 de enero de 2002 ante la Universidad Católica de Chile. Ganamos con gol del 'zorrito' Aguirre, que ayer también estuvo presente─ casi no me he perdido ninguna ─curiosamente, no pude ir a la de 2020 y ese año nos fue muy pero muy mal─. Lo considero una especie de ritual imperdible. Una comunión que sella, entre luces, música y fuegos artificiales, el compromiso de acompañar y alentar todo el año, pase lo que pase. Y sí, a lo largo del tiempo ha habido Noches Blanquiazules malas y buenas, sobrias y espectaculares, telas y ostentosas, pero cada una tuvo su toque especial, sobre todo en la presentación de los jugadores.
Este año, además, hubo algo en particular: muchos ─los que no pudimos (o no quisimos) ir a la final, por ejemplo─ pudimos encontrarnos, al fin, con el plantel campeón 2021. Aquellos agradecimientos que hasta ayer solo pude dar mirando hacia un televisor, los pude ofrecer ya en la tribuna, frente a los protagonistas. Y sí, definitivamente es otra sensación.
Algo más: en una plausible decisión del club, los equipos femeninos de fútbol y voley fueron presentados también. ¿Abre esto la puerta a posibles eventos independientes para otras disciplinas del club? No veo por qué no, estos equipos tienen sus públicos y, bien marketeado, el asunto podría convetirse en una sana tradición, y además en un nada despreciable ingreso extra a las arcas aliancistas.
Merecido: Los equipos femeninos aliancistas de voley y fútbol fueron ovacionados por el respetable. |
Creo, ya para ir sellando esta pequeña reflexión previa a mi opinión sobre el partido ante el DIM, que eso fue lo mejor de la Noche Blanquiazul 2022: volver, hacer esa especie de tour por las inquietantes y vívidas calles de La Victoria, experimentar ese nerviosismo que solo los cordones policiales pueden provocar, acercarse al estadio e ir escuchando cada vez más fuerte a esos locos que siempre llegan temprano a Sur y se ponen a cantar así falte como dos horas para que empiece el partido.
Encontrarse con los amigos de siempre, canas de más, calvas de menos, buscar el sitio más cómodo, y así sentir la calidez de estar de vuelta en casa.
Del evento como tal, pues, poco hay que rescatar, salvo las ganas que pusieron los presentadores ─Daniel Marquina y Fiorella Retiz─, y alguno que otro show musical. El juego de luces y sonido no fue precisamente lo más vistoso de los últimos años, pero sí he de resaltar que, como pocas veces, se respetó la pauta y pudimos disfrutar de las presentaciones y el partido en los tiempos justos.
Los más ovacionados, sin duda, Míguez, Aguirre, Barcos y Farfán. Mención aparte para Arley Rodríguez.
No podría decirse que el colombiano fue determinante para el título 2021, pero sí que fue uno de los extranjeros que más y mejor se adaptó al club, generando una identificación inmediata que el hincha detectó y respaldó orgánicamente. Además, no dudó en esperar todo lo que se pudo para que se concretara su renovación, la cual dependía íntegramente de la nacionalización de Míguez. El final feliz de esta historia tuvo lugar en esta Noche Blanquiazul 2022, con un público que, eufórico y agradecido, le brindó largos y emotivos aplausos. Si esto fue exagerado o no, quedará en cada quién. En todo caso, Rodríguez tendrá toda esta temporada para justificar con hechos concretos la fe que todas esas personas le tienen.
Eso sí, ya en la nota para lamentar: los abusos policiales que nunca faltan, tampoco faltaron anoche, pues un hincha en la popular sur fue agredido brutalmente por un efectivo que no tuvo mejor idea que pegarle un garrotazo en la cabeza. ¿Cuándo podremos asistir a un estadio sin esa sensación de ser tratados como delincuentes? La respuesta me es tan incierta como utópica.
Mucha vibra para ese hincha, pronta recuperación y ojalá este lamentable hecho no merme demasiado sus ganas de seguir acompañando al equipo.
Club Alianza Lima 1 - Deportivo Independiente de Medellín 0
Hablemos ahora de fútbol. Alianza salió al campo con una alineación que, salvo por la ausencia de Campos y Concha, es practicamente la misma que dio la vuelta en el Nacional el año pasado. Dejo la gráfica respectiva:
Sí, se trataba de la sub 20 del DIM, un rival sobre el papel poco exigente, pero eso no es culpa de Alianza, que era el local, el campeón vigente, y tenía que salir con todo. Así que eso hizo. Con cierto desorden al inicio, pero lo hizo.
Las oportunidades más claras empezaron a llegar, cómo no, cuando el balón pasaba por los pies de Zined... Digo, Hernán Barcos. Vaya jugador, por mi madre. Y ahora que lo he visto en vivo lo puedo decir con mayor énfasis, ¡vaya jugador! Su capacidad para aguantar y su inteligencia para descargar son un lujo difícil de hallar por estos lares.
Disfrutémoslo, y esto no solo para hinchas de Alianza, sino para cualquier persona que guste del fútbol dulce.
Así es, Barcos se cansó de poner pases de gol pero, para mala suerte de todos, Wilmer Aguirre no estuvo en una buena noche. Algo que sin dudas el ídolo revertirá más pronto que tarde.
Otro que estuvo muy inspirado fue el paraguayo Edgar Benítez. Estaba por todos lados, siempre mostrándose, pidiéndola a cada instante y, junto con Mora, se apoderó del lado derecho del campo. De los pies del 'Pajaro' nacería la jugada de gol (25'). Un gran pase que dejaría a Oswaldo Valenzuela en posición de tiro. El canterano remató fuerte, el balón rebotó en un defensa y se fue directo al primer palo. Nada que hacer para el arquero paisa y así se gritaría el que a la postre sería el único gol del encuentro.
Muy buen tanto de Valenzuela, que en general tuvo un partido más que aceptable.
"Alianza Lima es sus divisiones menores", diría nuestro buen amigo Adhemir Fanárraga. |
En los siguientes minutos, Alianza seguiría insistiendo por la misma banda, pero Mora no estuvo del todo preciso con los centros. Cuando el equipo cambió de banda para intentarlo con Lagos, se encontró con la misma imprecisión. De modo que los ataques más importantes se gestionaban más con pases largos, por el centro o con diagonales. El DIM, por su parte, aunque con habilidosos y rápidos jugadores en cada línea, cumplío con la baja expectativa general y significó poco peligro para la defensa íntima. Menos aún para Saravia. La producción colectiva de los colombianos estuvo, felizmente para nuestros intereses, casi ausente. Pitazo y al descanso.
En la segunda mitad la blanquiazul continuaría encimando, pero aún con imprecisión y pocas ideas de ataque, sobre todo en lo colectivo. Esto produjo que, prácticamente, comencemos a rotar la pelota de un lado a otro sin que nadie se atreva a ejecutar un remate. Cierto es también que el DIM se agrupó un poco mejor, aunque esto le significase la absoluta renuncia a situaciones ofensivas.
Dadas estas circunstancias, Bustos no tardó demasiado en realizar varios cambios, los cuales detallo a continuación:
- Montoya por Míguez.
- Aldaír Rodríguez por Aguirre.
- Lavandeira por Valenzuela.
- Arley Rodríguez por Lagos.
Tras estas modificaciones Alianza ganó en dinámica. Las ganas de Arley y Lavandeira ─como adelanté en Twitter, no estoy contento con su llegada─ le dieron otro empuje al equipo, que empezó otra vez a patear al arco. De estas jugadas, una incursión de Mora por el lado derecho, tras maravilloso servicio aéreo de Barcos, fue lo más destacado. El remate de zurda pasó cerca.
15 minutos más tarde, Bustos vuelve a mover el banco:
- Rojas por Vílchez.
- Cornejo por Benítez.
- Leiton por Barcos.
Llegó la esperada vuelta de Miguelito Cornejo luego de una larga para por lesión y también el debut del ecuatoriano Darwin Leiton. Ambos, aunque con muchas ganas, carecieron de la claridad necesaria para marcar diferencias. Confío en que con rodaje esto se pueda revertir.
A pocos minutos del final, Bustos realizó sus últimas tres variantes:
- De la Cruz por Saravia.
- Moyano por Ballón.
- Da Silva por Mora.
De los tres últimos ingresantes, he de rescatar al más discutido. Sí, a Da Silva. El popular "Betoto" tuvo dos intervenciones importantes: una en la que cortó un contragolpe rival que pintaba peligroso, y otra en la que recibió bien un balón frontal y cedió un muy buen pase que dejó a Leiton solo frente al portero rival, con triste desenlace.
Pitazo final. Alianza Lima venció sin demasiado contratiempo en su primer partido del año. Un partido de pocas exigencias y que, además, en su calidad de amistoso deja poco para un análisis más profundo. Pero vamos viendo que, felizmente, algunas cosas del año pasado, como el orden táctico y la solidez defensiva, se siguen manteniendo intactas. Dependerá en adelante de cómo se adapten los recién llegados y qué tanto logren convencer a un Bustos que, de seguro, sigue confiando en su once de campeonato.
Reflexión final: No, muchachos, así no
A ver, dejé este tema para el final porque, más allá de nombres o individuos, he quedado muy preocupado por nuestra cultura como hinchada y quería dejar esto al margen del evento y del propio partido.
Desde que me siento conscientemente aliancista, me he mostrado orgulloso de pertenecer a una nación ─porque es básicamente eso, un país─ de hinchas que, sin dejar de lado su propia diversidad, gustos y folclores, siempre ha cultivado un respeto incólume hacia quienes componen los planteles blanquiazules. Me ha pasado, y seguro que a ustedes también, tener que recibir a regañadientes, conchamadres o aplausos tibios a un exjugador de la 'U' que alguna vez nos tiró mierda, a un pechohelado sin bandera alguna, a un ebrio emperdernido con intermitente talento, a un conchudo huesoquebrado que elige qué partidos jugar, o a un mediocre cualquiera que, en un cometazo de suerte, encontró inmerecido lugar en el club que amamos y queremos ver en lo más alto. Pero, ¿pifias?
Bien. Puedo entender que estas ─hasta cierto punto, válidas─ manifestaciones se den en la propia presentación, incluso antes de su ingreso a la cancha, pero, ¿pifiar a un jugador que lleva en el campo la camiseta blanquiazul cuando toca la pelota? No, muchachos, eso está mal.
Desde este pequeño espacio hago un llamado a la reflexión y confieso, por si hiciera falta: a mí tampoco me gusta Luiz Humberto Da Silva. Y mi rechazo desde que se rumoreaba su contratación, allá por 2018 ─cuando Bengoechea empezó a tener extraños caprichos ('Canchita' Gonzáles, ¿no?)─, consta en cualquier red social donde tenga cuenta. Nunca me gustó, ni cuando jugaba más de dos partidos al año con los felinos. Ni cuando estaba en Brasil. Ni en su paso por Europa, y mucho menos cuando a alguien se le ocurrió convocarlo a la selección mayor.
A presión: Beto da Silva fue mal recibido en Matute. De él dependerá convertir esas pifias en agradecimiento. De nosotros, entender que su presencia en Alianza no es solo culpa suya. |
Así es, para mí Da Silva es un jugador que ya no debería serlo. Sus cuentas han de estar más obesas que yo ─y eso es algo─. Es joven, guapo, creo que tiene una carrera universitaria por ahí ─si no, podría tenerla, la que quiera, donde quiera y cuando quiera─. ¡Hombre, retírate ya! ¡Dedícate a otra cosa! ¡Tienes todo para empezar de nuevo! Eso le habría dicho, claro, si fuera parte de su círculo y me lo hubiese preguntado. Pero ninguna de esas dos cosas han sucedido.
Lo que sí ha sucedido es que esa cúpula de impresentables llamada Fondo Blanquiazul, de la cómplice mano del comando técnico de turno ─prohibido olvidar─, decidieron contratar a un jugador con ese historial. Y no solo eso, sino hacerle un contrato de tres años y con un salario irreal para el promedio local. Contrato por el cual, y esto no lo olviden, estamos hablando de Da Silva en el Alianza 2022. En serio, no pierdan eso de vista.
¿El jugador no tiene culpa en todo esto? Claro que la tiene ─como mencioné antes, cualquier deportista con algo de vergüenza se habría planteado el retiro en su lugar─, pero lo pondría en un segundo o tercer plano. Lo que quiero decirles, amigos, es que ningún jugador se contrata solo. Y así como ahora el famoso Fondo Blanquiazul saca pecho por los aciertos del año pasado, son también los mayores responsables del desastre del año 2020, el cual comenzó con contrataciones como la de Da Silva.
Entonces, ¿pifiarlo a él? No, pues. Mal dirigido el misil.
Hablar de que ojalá le vaya bien y bla, bla, bla sería un discurso tácito y populista, ¡es obvio que quiero que le vaya bien! ¡Está en Alianza! Y no, no me preocupa que "me calle con goles" ni nada. Mientras más goles haga será mejor para el equipo, para él, para su familia, y por supuesto para nosotros.
Centrar nuestros esfuerzos en tumbar anímicamente a un jugador no solo es un injusto perjuicio hacia alguien que solo llegó al club porque lo llamaron y le ofrecieron el contrato de su vida, sino que podría también romper esa fundamental armonía que tuvimos el año pasado entre hinchas y jugadores. Y si creen que exagero, consideren dos cosas: primero, que ayer, luego de las pifias en la presentación de Da Silva, los jugadores no estuvieron del todo contentos en su tradicional paso por el arco sur ─una sensanción compartida por muchos hinchas, por cierto, no solo lo noté yo─; de hecho, fue el paso más corto entre las cuatro tribunas.
Y segundo, lo que comentó nada menos que Hernán Barcos ─y sobra decir que se trata de uno de los líderes del plantel, si no el más influyente─ en una publicación de Instagram donde se tocaba el tema:
Insisto, aquí no se trata de que sea él o cualquier otro jugador, se trata de que si queremos un mejor club, también debemos ser una mejor hinchada. ¿Pifiar a un jugador que viste nuestra camiseta, y en pleno juego, nos hace mejores hinchas?
Espero, de corazón, que sea la última vez en que tenga que escribir sobre esto. Y perdón por la extensión, pero es que no me parece un tema menor. Alianza Lima es grande por su gente, y su gente somos nostros. Estemos a la altura de ello.
Nos vemos pronto, que la Liga 1 2022 ya empieza y hay un campeón que debe defender su título. Hasta el otro viernes.
¡Arriba Alianza!
Fotos: Epensa
qué pluma para más sobria y genial, carajo. Un abrazo, Bencho.
ResponderEliminarPerfecto tu mensaje para el hincha blanquiazul, tenemos que dar la oportunidad de reintegrarse al Club, así no nos guste, pero él es un integrante más.
ResponderEliminarGracias por tan hermoso recuento de lo sucedido en la noche blanquiazul.
Un abrazo a la distancia y ARRIBA ALIANZA LIMA💙⚪💙.