Balance de aniversario [OPINIÓN] | ¿Cómo recibe el Club su 124 aniversario?



Por: Rubén Ravelo (@RuBenchoRavelo)

Cual estrella de pop intergeneracional, Alianza Lima se reinventa cada cierto tiempo.

Luego de dos años en los que el club fracasó estrepitosamente en todo intento deportivo, dejando lugar para que el ‘compadre’, muy de la mano con las autoridades de turno, valga agregar, celebre un bicampeonato en el año de su centenario, en las oficinas de La Victoria, al parecer, entendieron que, para que un proyecto empiece, transite y termine bien, es necesario tener una cabeza visible. Un general mediático capaz de absorber todas las balas que apunten a los órganos vitales, sobre todo, del primer equipo, y de, por qué no, mandar de vez en cuando algún estatequieto que deje sentados, al menos temporalmente, a los emisarios desestabilizadores de toda la vida. Una inteligente conexión, si no, aduana, entre lo que se decide arriba y lo que termina sucediendo abajo.

Y es que no se podía empezar a analizar la actualidad de Alianza Lima sin hablar de su actual escudo espartano y punta de lanza: Franco Enrique Navarro Monteiro.

Las injerencias del Fondo Blanquiazul —hoy dividido en varios microgrupos inversores— en las decisiones deportivas del club, no solo tuvieron un destructivo impacto en la gestión deportiva —sobre todo en 2020, con el casi descenso, y 2023, con un autosabotaje integral que terminó con Mauricio Larriera obsequiando las finales ante Universitario, con apagón incluido—, también mermaron, y mucho, el de por sí escaso carisma que el grupo adquiriente tenía para conectar con el hincha de a pie —si acaso alguna vez tuvo ese interés—. El más recordado, sin dudas, Diego Gonzáles Posada, expresidente del Fondo, quien fue además el rostro más reconocible, terminó renunciando a mediados de 2023 por desacuerdos internos. Desde entonces, y tomando en cuenta que los administradores del club son apenas figuras —decorativas— de supervisión financiera, fue muy complicado para los hinchas señalar culpables dentro de la cúpula victoriana. Y este abandono se alargó y hasta agudizó en 2024.

En 2025, se apostó por la «identidad aliancista», término algo volátil pero inusualmente poderoso para el común de la hinchada. Efectivamente, todos estábamos de acuerdo en que a Alianza Lima le faltó identidad, particularmente en estos últimos años en los que, pese a haber logrado varios títulos, no se pudo redondear ninguna gestión con avances importantes que además sean visibles y vivibles para el hincha, como por ejemplo el surgimiento de nuevos potrillos, la construcción de un centro de alto rendimiento, la instalación de un museo de historia, la ampliación del estadio Alejandro Villanueva o una clasificación importante dentro de algún torneo internacional. Y, ya si alguien lo desea, hasta podríamos agregar a esta lista el no haber podido ganarle una final al clásico rival cuando se tuvo la oportunidad.

Es así que se vuelve a confiar en el cargo de director deportivo, un esquema que ya habíamos visto antes en Alianza —con Víctor Marulanda, en 2020; bonito antecedente, vamos—, con Navarro por encima de un gerente deportivo, cargo que asumió, como, en 2021, José Bellina. Mientras que, en dirección de menores, otro viejo conocido volvería a casa: al igual que el ‘Pepón’, Wilmar Valencia abandonaría —al menos momentáneamente— su carrera como director técnico para asumir un cargo que siempre lo sedujo. Y, como si esto fuera poco, en el seno formativo del club de sus amores.

Hasta aquí todo pintaba bien: finalmente, tendríamos no solo rostros visibles —y conocidos, además— dentro de la estructura administrativa del club, sino asimismo personas indudablemente identificadas con Alianza Lima. Pero como nada podía ir tan bien —y menos en Alianza—, llegaría el elemento disruptivo de esta historia.

Entre los varios candidatos para asumir la dirección técnica del primer equipo estaba el nombre de Daniel Garnero. Los periodistas que cubren en redes sociales el día a día aliancista aseguraban que «solo faltaban detalles» para que el argentino, que venía de dirigir a la selección mayor paraguaya —en la que, por cierto, nada bien le fue—, arribe a Lima a ponerse el buzo blanquiazul. Muchos, sí, me incluyo, veíamos con buenos ojos su llegada. Pero de pronto, como una pequeña y solitaria gota de lluvia en medio del siempre bochornoso verano limeño, cayó el nombre de Néstor Raúl Gorosito. Algunos lo tomaron como joda. «Qué va a venir ese fracasado, pues, tiene que ser broma», aseguraban. Más alarmas se encendieron cuando periodistas internacionales confirmaban la posibilidad. Peor aún, cuando anunciaron que Garnero había sido descartado.

Los estadísticos de siempre no tardaron en sacar sus cuadros. Su lectura fue en verdad aterradora: durante toda su carrera como DT, el ‘Pipo’ acumulaba más derrotas que victorias y, además, se pasó más tiempo luchando por no descender que peleando títulos de primera división. No era opinión, era información. Un «facto», como dirían los jóvenes. Conclusión rápida: Gorosito no era técnico para Alianza Lima. Y, sí, fue una conclusión a la que yo también llegué. Sin embargo, en aquella editorial de El Blog Íntimo, publicada el 27 de noviembre de 2024, y titulada ‘CRÓNICA DE UN FRACASO ANUNCIADO’, el texto terminó con una frase que ahora me permito citar:

«Como cada vez que avizoramos un mal final desde el inicio del cuento, solo nos queda desear, con todo el corazón, equivocarnos».

Y parece ser que nos equivocamos.

Es cierto que aún no ganamos nada y que, objetivamente hablando, no hay nada todavía de lo que debamos arrepentirnos en ese post, pero a estas alturas es innegable, aun para el más crítico del técnico argentino, que este —nuevo— primer equipo de Alianza Lima muestra un rostro distinto al que vimos, tal vez, durante toda la última década. No voy a renegar hoy del uruguayismo que trajo Sanguinetti en 2014, porque era exactamente lo que necesitábamos luego de tanta incumplida promesa de vistosidad futbolística, ni de la elemental propuesta de Bengoechea que, en 2017, terminó sacándonos del hoyo después de once años de angustiante espera, pero el juego del Alianza de Gorosito es lo más cercano que he visto al Alianza que recuerdo de niño. Ese Alianza que podía, como en cualquier parte del mundo donde se patee una pelota, ganar, perder o empatar, pero que siempre intentaba protagonizar sus partidos, sin importar el rival. Ese Alianza que no se escondía en la rigurosidad defensiva para presentar equipos timoratos que igual podían comerse tres o más goles. Ese Alianza que no se excusaba en métricas y stats de PES para intentar ocultar su falta de juego solo con el acto de correr más que el promedio.

Y sí, hay cositas que no se están haciendo bien: lo de Bryan Farioli sigue siendo una enorme incógnita en los hinchas, que aún nos preguntamos quién y bajo qué extrañas condiciones intentó meterlo al club. Las barras se siguen matando entre ellas dentro y fuera de las tribunas. Aún no hay CAR, ni museos, ni ampliaciones, ni nuevos potrillos que entusiasmen demasiado. El administrador de turno sigue siendo un títere y el Fondo sigue ahí, en las sombras, manipulándolo todo.

Es posible que este Alianza sorprenda a adolescentes y jóvenes que crecieron viendo al equipo jugando casi siempre al contragolpe y al pase largo —«pelotazo» para los amigos—, pero, créanme, chicos, y sin ningún ánimo de desmerecer a nadie, este Alianza se parece más a Alianza que el Alianza que vieron ustedes. Y aunque el equipo muestre una nueva faceta, como vemos, pocas cosas cambiaron en la cúpula del club, salvo el hecho de entender, al fin, que nadie los quiere a ellos, lo que los llevó, de seguro a regañadientes, a tener que confiar en la experiencia y valentía de una personalidad como Navarro. Hoy, ya tenemos a quién echarle la culpa de todo, pero también a quién felicitar si las cosas salen bien, como vienen saliendo hasta ahora.

Así, en lo que a su equipo de fútbol se refiere, el club Alianza Lima recibe su 124 aniversario reinventándose con nuevos rostros y estructuras de gestión, reacostumbrándose a ganar ─tanto local como internacionalmente—, sorprendiendo por su buen juego, cortando agobiantes rachas y, sobre todo, cerrando bocas —entre ellas la nuestra—. Que ese siga siendo el camino.

Pues, en determinadas circunstancias, equivocarse es un verdadero placer.

Balance de aniversario [OPINIÓN] | ¿Cómo recibe el Club su 124 aniversario? Balance de aniversario [OPINIÓN] | ¿Cómo recibe el Club su 124 aniversario? Reviewed by Luis Gomez Villavicencio on febrero 15, 2025 Rating: 5

No hay comentarios:

Sin importar el color de tu camiseta, eres libre de opinar en este espacio, siempre y cuando demuestres educación y respeto. Saludos.

El equipo de El Blog Íntimo.

Con la tecnología de Blogger.